Eix Sarrià

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Rutas del centenario

La anexión de Sarrià

Sarrià fue el último pueblo del llano de Barcelona en ser anexionado a la capital catalana, en 1921. Hasta aquel momento, la villa que ya contaba con cerca de mil años de historia se había resistido a la anexión, pero un real decreto y la ley que avalaba a las poblaciones de más de 100.000 habitantes para absorber los municipios limítrofes más pequeños obligaron a claudicar a los habitantes de Sarrià.

La primera constancia escrita sobre el municipio de Sarrià data del año 986 cuando ya se habla del término de Sirriano, cuyo núcleo de población original se situaría alrededor de la iglesia de San Vicenç de Sarrià, en los terrenos conocidos como la Sagrera de San Vicenç.

La agricultura y la ganadería fueron las dos actividades principales en Sarrià hasta el siglo XIX y las que favorecieron el crecimiento del municipio que con el paso de los años, poco a poco, empezó a transformarse en una sociedad más urbana, donde el peso de gremios como el de la construcción jugó un papel destacado.

Cuando Sarrià fue anexionado a Barcelona tenía una población de casi 9.000 habitantes entre los cuales predominaban, además de artesanos, religiosos y campesinos, algunas familias acomodadas barcelonesas que huían de una ciudad cada vez más concurrida y convulsa y fijaban su residencia en sus torres de veraneo, ahora mejor comunicadas gracias al tren de Sarrià.

La oposición a la anexión en Barcelona era compartida por la mayoría de los vecinos de Sarrià, su alcalde de la época, Rafael Batlle, a la cabeza, quien en un último y desesperado intento para evitar la agregación llegó a enviar, incluso, una misiva al resto de alcaldes de toda Cataluña solicitando su apoyo.

Los esfuerzos de los vecinos de Sarrià, sin embargo, no dieron ningún fruto y el 4 de noviembre de 1921, se ejecutaba el real decreto de anexión.

Empezarían a partir de aquel momento, unos días convulsos en la villa, con manifestaciones, un mitin reivindicativo y el cierre generalizado de comercios como señal de rechazo al decreto de anexión. Una delegación del Ayuntamiento de Sarrià se trasladó incluso a Madrid para intentar parar el Decreto, pero mientras viajaban a esta ciudad, este se firmaba y publicaba, sin dejar margen a ninguna vuelta atrás.

Sarrià se convertía así en parte de Barcelona no sin dejar de reivindicar su identidad hasta el último momento, como se recoge en el manifiesto de la Asociación de Sarrià leído durante el traspaso de competencias entre el consistorio de la villa y el barcelonés:

"... a fin de que nunca pueda entenderse que este pueblo se ha sometido de buen grado al yugo del municipio barcelonés, ni por tiempo que pase se lo tenga por abdicado de su jurídica personalidad".

A fecha de hoy, Sarrià sigue siendo un territorio con carácter propio, convertido en uno de los barrios más emblemáticos de Barcelona, con una de las ofertas comerciales y culturales más importantes de la ciudad y donde las relaciones de vecindad todavía se sostienen en la proximidad, la confianza y la cotidianidad.

En noviembre del año 1921, Sarriá dejaba de ser un pueblo independiente y pasaba a convertirse en un nuevo barrio de Barcelona. A pesar de la anexión, Sarriá ha mantenido a lo largo del tiempo la personalidad de su territorio, la cual hoy en día sigue siendo palpable a través de unas relaciones de vecindad que traspasan las comunidades de vecinos, una intensa vida asociativa y un comercio muy arraigado, con algunas tiendas más de 100 años de historia y nuevos establecimientos que ofrecen un servicio próximo y de calidad a vecinos y visitantes.

El Bar Tomás, la Mercería Bricall o la Pastelería Foix, son algunos de los comercios históricos a través de los cuales se puede reseguir el camino de Sarriá, de pueblo a un barrio de Barcelona, en el que la proximidad, la confianza y la cotidianidad siguen siendo el sello de identidad de la vida diaria de todos los que lo habitan.

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